He empezado a escribir esto en el tren que me lleva de vuelta a Barcino, con dos horas más de trayecto, pensando en todo lo que ha sucedido estos últimos tres días.
No voy a negar ni me voy a arrepentir por las lágrimas que he mostrado debido al torbellino de emociones que ha supuesto este encuentro (de hecho, se pueden intuir en la foto de encima). No han sido las primeras de hoy, ni van a ser las últimas. Intentaré explicar al mundo lo que he vivido en Villa Atia, y seguramente este me devuelva una mueca u otro gesto de incomprensión. Y las lágrimas volverán, porque lo más difícil de este trayecto es su fin y el regreso al mundo "real". Por eso escribo estas líneas porque lo que para el resto ha sido una absurda fantasía, para nosotros ha sido tan real como lo que narran los libros de historia. Quiero agradecer a todo el mundo su aportación a esta experiencia, comenzando por las personas que gestaron la idea hace 4 años y que la han llevado a buen puerto superando mis expectativas más optimistas (y los que me conocen saben que soy de ver el vaso medio lleno). Enhorabuena a Pili y a Óscar primero y a Teresa, Javi y al resto de co-masters y ayudantes. Gracias por vuestro tiempo y dedicación, por el detalle de sus personajes y el nivel de sus tramas.
De este vivo me llevaré el papelón de Julio César, difícilmente podríamos encontrar a uno mejor sin tener que resucitar al verdadero... y eso daría mucha grima.
Destacaría el compadreo que se llevaban los hermanos Cicerón, la paliza verbal que me/nos ha dado Catón, la confianza ciega y seguridad que me transmitían Casio, Domicio y Bruto pese al carácter desconfiado de mi personaje, en contraste con las dudas que me generaba Metelo por su apoyo a Pompeyo, quizás influyó que me delatara como "Vendido" en el juego de Traidores (y el muy cabrón acertó).
Celebro ser de los pocos afortunados que vuelven a casa habiendo tenido el lujo de escuchar la tercera canción que había preparado Cleopatra y que no se pudo escuchar hasta el momento de abandonar Villa Atia el domingo. Fue el claro ejemplo de una persona que llevó a su personaje más allá de la llamada del deber. Eso sí, quizá no le perdone jamás a Pili el haber redactado mi personaje tan "a la griega".
Disfruté como un enano con los recaditos que me soltaba Octavio en el pre-vivo, con la irreverencia de Rufo, el sentido del humor de Lépido y la conversación que pillé entre Lucio Voreno y Tito Pullo con la que cerré los ojos y pude ver a Kevin McKidd y Ray Stevenson en sus respectivos papeles en Roma.
Para el recuerdo también quedan los juegos previos y sus victorias republicanas (aunque paradójicamente, la intervención de Pullo fue imprescindible en una y destacada en la otra). Ha sido un lujo ver combatir a Domicio, Cicerón y Calpurnia, y espectacular los lanzamientos de lanza de Pullo y Catón, aunque sea por motivos opuestos.
No encuentro suficientes palabras de gratitud para Servilia y su infinita paciencia a la hora de ponerme la toga.
¿Momentos puntuales? Muchos.
La cara de Casio cuando Cicerón le dijo por error a Catón que apoyaría su candidatura a cónsul con sobornos, el "¿¿¿Pero qué has hecho???" de César a Marco Antonio, el "¡¡¡No me esperaba esto de vosotros, especialmente de vosotros tres (Casio, Cicerón y Fausto)!!!" a lo que yo contesté "¿De mí sí?",… aunque si tuviera que destacar una frase mía especialmente inspirada, me quedo con la eterna partida de Backgammon entre Catón y Domicio en la que solté un "venga Catón joder, que va a nacer Jesucristo". No pude evitar hacer meta-game.
Por otro lado, lamento no haber aprovechado mi colegueo (o collegiaeo... o como se diga) con Fausto, al igual que lamento que las circunstancias y el carácter de mi personaje hayan podido castigar en exceso a mi buen Nemo. Ojalá se hubiera llevado a cabo el combate que hubiera supuesto su victoria 100, y que supondría su puesta en libertad como manda la tradición. Evidentemente no lo habría liberado por las buenas, pero eso habría agitado el avispero y las amenazas varias hacia mi persona habrían jugado en su favor. Habría sido divertido llegar a ese extremo. Ha sido una lástima que tanto Pompeyo como nuestra anfitriona Atia no nos pudieran acompañar todo el tiempo dada la relevancia de sus personajes, pero por encima de todo, por el nivel de sus intérpretes.También ha sido una lástima no poder seguir las intervenciones de la mayoría de personajes femeninos, pero sin duda, ha sido impagable como la unión de todas ellas supuso el bloqueo de algunas decisiones. Una auténtica lección. Conseguisteis que mi mandíbula rascara el suelo... y seguro que no fui el único.
Y bueno, la tarde-noche del domingo y el lunes, fueron el broche final para volver a Barcelona sin excesivo drama, gracias a Adrian, Pili, Oscar, Teresa, Marthe y Águeda.
Quizá sea cierto y todos estos momentos se pierdan como lágrimas en la lluvia, hasta entonces:
¡¡¡VIVA SATURNALIA!!!
PD: Si algún día tenéis pensado pasar por Barcelona, aquí tenéis un hogar.