martes, 27 de julio de 2010

Tolerancia a las reformas

30 minutos es mi record personal. Tras una larga preparación psicológica, y una prueba realmente desafiante, he llegado a la conclusión de que esto es lo más que puedo dar de mí mismo. Damas y caballeros: Puedo tolerar hasta 30 minutos de conversación sobre reformas en el hogar. Superada la media hora, mi paciencia se transforma en ansiedad, y entonces, la probabilidad de que mi fuga de neuronas sea casi total tiende a ser 1.

Tengo dos motivos para odiar este tema:

1- En estas conversaciones, la persona que lo explica tiene en su cabeza el plano de todo, pero tú tienes que reconstruirlo mentalmente de manera fiel para poder intentar seguir la descripción. Eso sí, no puedes tirarte mucho tiempo haciéndote a la idea, ni frenar el avance de la conversación.
Os daréis cuenta cuando mis únicas respuestas sean: “Sí”, “Vale”, “Claro” y “Ostia, que bien pensao”.

2- (y no por ello menos importante) Este tipo de temas me parecen jodidamente aburridos.

Así que desde aquí maldigo los putos programas que se han puesto de moda en la tele en los que la gente enseña sus casas en plan “le he puesto unas cortinas rosas al recibidor y el cuarto de baño ha ganado espacio”. Que se os meta bien en la sesera a toda la gente implicada en programas como “¿Quién vive ahí?”, “Esta casa era una ruina”, “Callejeros especial casas”, “Hotel dulce hotel” o toda la puta programación de “Hogar útil”, el canal temático del Digital Plus:
IROS TODOS AL INFIERNO… sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar 20000 pesetas.
Y quiero hacer extensible este mensaje de odio a todos esos programas sobre zorras que no han pegado un palo al agua en su repugnante y miserable vida de Gucci.

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